Crecimiento del cachorro


Crecimiento del cachorro

Todo el mundo está de acuerdo en que el crecimiento constituye el período más crítico de la vida del perro, ya que por un lado condiciona el desarrollo óptimo de su vida futura y por el otro implica fases de alto riesgo patológico, en especial la fase de crecimiento subsecuente al destete, que es la más intensa. En efecto, en este momento comienza una fase sumamente delicada en la cual se suceden numerosas exigencias (nutricionales, de medicina preventiva con el comienzo de la primovacunaciones, de desarrollo comportamental) y condiciona:

- el crecimiento en sí mismo (aumento de peso determinante del peso adulto) y la velocidad de crecimiento (aumento de peso por unidad de tiempo):

- el desarrollo (adquisición de la conformación y las diferentes características del adulto) en relación con la precocidad del cachorro (o velocidad de desarrollo que permite alcanzar, con mayor o menor rapidez, el estado adulto fisiológicamente). El comienzo de este período es también el momento en que se realiza la compra del cachorro, lo cual implica la separación de su madre y con frecuencia cambios profundos en el modo de alimentación, el esquema de vida, los apegos afectivos, etc.


Valentina junto a cachorros del Criadero "De Valentina Zoé" 

El crecimiento de un cachorro no es lineal en función del tiempo, en otras palabras, su aumento de peso diario evoluciona con el tiempo. El aumento de peso progresa después del nacimiento hasta alcanzar una meseta de duración variable, para luego disminuir a medida que el animal se acerca a la madurez (edad y peso adultos). Desde un punto de vista estrictamente matemático, la evolución de esta velocidad de crecimiento (se habla de AMD, o aumento de peso medio diario) corresponde a la derivada de la función sigmoidea que representa la curva de crecimiento (evolución del peso en función del tiempo).

El examen de estas curvas de referencia para numerosas razas muestra que los individuos de razas pequeñas, con velocidad de crecimiento lenta y gran precocidad, ya son al nacer y luego en el momento del destete bastante pesados en relación a lo que será su peso adulto. En otras palabras, podríamos dar una imagen de esta afirmación diciendo que un cachorro de raza pequeña nace "mejor terminado" que uno de raza mediana y mejor aún que uno de raza grande. A la inversa, estos últimos tienen un peso de nacimiento relativamente bajo y facultades de crecimiento importantes y prolongadas.

Es importante comprender estas diferencias de precocidad y de comportamiento biológico del crecimiento, pues ellas explican en particular el interés de adaptar la alimentación del perro no sólo en función de su edad, sino también de su tamaño.

En regla general, la alimentación de un cachorro debe tener en cuenta:

No hay que olvidar que un cachorro tiene requerimientos energéticos, calculados por kilogramo de peso corporal, mucho más importantes que los del adulto. En efecto, necesita energía no sólo para mantenerse, sino también para constituir los nuevos tejidos que le permiten crecer y engordar. Sus requerimientos de proteínas, minerales y vitaminas también son más elevados que los del adulto; por eso habrá que aportar al cachorro un contenido proteico elevado (más del 37 a 38% de la materia seca del alimento), cuidando de la buena calidad de las proteínas. En efecto, el perro jóven es mucho más sensible que el adulto a toda carencia proteica, que podría inducir un retraso del crecimiento, un daño irreversible de la conformación, una anemia, una disminución de las proteínas sanguíneas, una insuficiencia de anticuerpos responsable de una sensibilidad mayor a las enfermedades. No hay que olvidar los aportes de calcio y fósforo para prevenir una enfermedad ósea grave (la osteofibrosis) que se debe a la falta de mineralización del esqueleto, una afección típica del cachorro alimentado exclusivamente con carne o con una ración casera sin complemento mineral. El contenido fosfocálcico básico de un alimento deberá estar comprendido, según la concentración energética del alimento y el tamaño del cachorro, entre el 1,3 y el 1,6% de calcio y el 1 y 1,3% de fósforo con respecto a la materia seca.

Un cachorro de raza grande es más exigente que uno de raza pequeña en cuanto al aporte de calcio. Ahora bien, un cachorro de 20 kilos consume solamente 1,5 veces más (energía) que uno de 10 kilos de la misma edad. Si ambos consumen el mismo alimento habrá que aumentar la concentración del calcio en el alimento para cachorros de raza grande.

Por último, el tiempo de utilización de un alimento de crecimiento variará de 10 a 14 meses para las razas medianas y de 14 a 24 meses para las grandes. 

El crecimiento es una etapa clave en la vida del perro. Determia el carácter del futuro adulto, así como su morfología y la armonía de su silueta. Por lo tanto, un animal que ha tenido un "mal crecimiento" podrá presentar un tamaño y un peso anormal para su raza, mientras que el mismo cachorro, en condiciones óptimas, habría tenido un tamaño y un peso acordes con su estándar.

Para determinar si el peso de un cachorro es o no normal, el veterinario dispone de herramientas sumamente útiles: las curvas de crecimiento. Hay dos tipos de curvas de crecimiento: las curvas de crecimiento ponderal; disponibles en muchas de las obras que tratan sobre el perro, y las curvas e crecimiento estatural, mucho más difícil de encontrar. Si comparamos la medida de un cachorro con una curva estándar, será muy fácil saber si corresponden a su raza y estimar por adelantado el peso y el tamaño adulto . Por lo tanto, un cachorro de Pastor Alemán que a los 4 meses pesa 14 kg. y mide 45 cm. a la cruz, cuando sea adulto pesará 40 kg. y medirá 70 cm. a la cruz. Dos visitas al veterinario, después de los 3 meses (por ejemplo una visita a los 3 meses y otra a los 5 meses) permiten determinar el peso y el tamaño adulto de cualquier cachorro. Estos controles son muy importantes pues permiten seguir correctamente el desarrollo del cachorro y detectar rápidamente las anomalías.

Para obtener un crecimiento armonioso y prevenir los problemas patológicos es necesario que el cachorro esté perfectamente alimentado. El cachorro no debe comer demasiado ni muy poco; nunca hay que atiborrarlo con el pretexto de darle el gusto. Por lo tanto, los alimentos húmedos o caseros, demasiado apetitosos y por otra parte de equilibrio nutricional menos preciso, no son aconsejables. Los mejores resultados se obtienen con las croquetas y sopas, que permiten una dosificación más precisa y además que el cachorro regule mejor su consumo cotidiano. El número de comidas deberá evolucionar con la edad, comenzando con cuatro comidas por día en las semanas siguientes al destete, para pasar a tres y luego a dos en la mitad del crecimiento. Idealmente, la cantidad de alimentos a distribuir deben basarse en las curvas de crecimiento establecidas para los diferentes tipos de perros. El cachorro se pesa entonces regularmente para detectar cuanto antes toda anormalidad. Al final edl crecimiento, se recomienda que los cachorros pasen a un régimen para perros adultos, que para la mayoría de ellos será un régimen denominado de "mantenimiento". Los regímenes de mantenimiento son menos densos en energía, materias grasas y proteínas que los alimentos para los cachorros. También deberán tener en cuenta el tamaño del perro.

Durante el crecimiento, el cachorro tiene que hacer frente a enfermedades específicas del crecimiento, algunas de las cuales son de origen nutricional. Volvemos a insistir en que la fase de crecimiento constituye el período fisiológico más difícil de la vida del perro, tan rápida e intensa es la acreción tisular, y necesita la aplicación de una medicina veterinaria preventiva que integre campos de competencia muy variados. Entre estos figura la nutrición, que cuando no es equilibrada puede favorecer o inducir directamente diversas afecciones específicas, cuya manifestación clínica será inmediata o diferida. Estas afecciones, debidas a carencias o excesos nutricionales o incluso a errores en el modo de alimentación, son esencialmente óseas o articulaes.

 

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