Acerca de : Cachorros : Primeras etapas 


Primeras etapas en el desarrollo del cachorro

El crecimiento de los cachorros está determinado por la formación y maduración de diversos tejidos.

Estos tejidos, de naturaleza diferente, no se forman al mismo tiempo ni con la misma velocidad, lo que explica la variación de los requerimientos alimenticios de los cachorros, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo.

El desarrollo físico podría compararse con una obra en construcción. Comienza con un proyecto (el sistema nervioso) y luego sigue la instalación de las máquinas (el esqueleto). Para poner en funcionamiento estas herramientas, harán falta los obreros (los músculos), que reclamarán más tarde una protección social (la grasa).

Esta imagen, demasiado simplista dado que las etapas son naturalmente progresivas y simultáneas, es sin embargo interesante para subrayar los riesgos asociados a cada estado de maduración del cachorro.

Ilustra en particular:
- La insuficiencia de reserva energética del cachorro al nacer, ya que la grasa, que representa la principal forma de almacenamiento de energía, se deposita tardíamente. El cachorro sólo cuenta con sus reservas limitadas de glucógeno (hígado y músculos) que cubren los requerimientos de unas 12 horas después del nacimiento, por lo que dependerá de las condiciones térmicas externas, hasta la aparición del reflejo de escalofrío (después del sexto día), el desarrollo del tejido adiposo (al finalizar la tercera semana) y los mecanismos reguladores de la temperatura.

- La variación de los requerimientos alimenticios de una raza a otra incluso, para un mismo individuo, de una fase a otra de su desarrollo. En efecto, la composición del cuerpo evoluciona durante el crecimiento, con una disminución del contenido de agua y proteínas a favor de un aumento de las grasas y los minerales.

- La obesidad, que constituye un riesgo para las razas pequeñas mucho más precozmente que para las grandes.

- La mayoría de los clubes de raza disponen de curvas medias de crecimiento, para machos y hembras, que permiten verificar el desarrollo ponderal de un cachorro desde su nacimiento hasta la edad adulta. Según la raza y el sexo , el peso de un cachorro puede variar  de 70 a 700 gramos al nacer.

Después de una pérdida de peso fisiológica, que no deberá exceder al 10% en el primer día, el peso de los cachorros aumenta normalmente de manera muy rápida, entre el 5 y el 10% por día, en el transcurso de las primeras semanas. Se podrá supervisar su crecimiento pesándolos todos los días a una hora determinada. Los cachorros de razas grandes, que multiplican su peso por 100 al llegar a la edad adulta, merecen una atención y vigilancia muy especial. En regla general, los cachorros que no aumentan de peso durante dos días consecutivos deberán ser especialmente vigilados. Ante cualquier retraso del crecimiento deberá buscarse rápidamente la causa. Puede deberse a un problema de la madre si toda la camada está afectada (la leche es insuficiente o tóxica) o a factores individuales si sólo algunos cachorros muestran el retraso (hendidura palatina, competencia alimentaria). Los gemidos de los cachorros, su comportamiento cuando maman, así como el comportamiento materno, la vitalidad, la temperatura rectal y el estado de hidratación, son otros parámetros que es útil controlar de manera regular durante este período, en el cual la morbilidad y la mortalidad pueden aparecer muy bruscamente.

Antes del destete, la madre desempeña, mucho más que el padre, un papel activo en el desarrollo físico y comportamental de los cachorros, que será determinante para su equilibrio ulteriores en un nuevo medio social.

Aunque no se desarrollarán aquí la totalidad de las etapas de desarrollo de un cachorro, tanto más cuanto que su cronología difiere sensiblemente entre una raza y otra (las razas pequeñas son mucho más precoces), se podrán evitar muchos errores y fracasos conociendo simplemente los períodos propicios para el aprendizaje o sensibles a la aversión.

El desarrollo nervioso del cachorro no está terminado al nacer. En efecto, el cachorro nace sordo, ciego, dotado de un olfato muy débil y de un sistema nervioso poco mielinizado, es decir, incapaz de una conducción rápida de los impulsos. El conocimiento de las etapas de su desarrollo motor, psicológico y sensorial será útil para poder efectuar el diagnóstico precoz de ciertas anomalías, pero sobre todo para estimular el "despertar" del cachorro en el sentido requerido para su utilización ulterior.

Durante las dos primeras semanas, es suficiente por lo general verificar el instinto maternal de la perra (en particular la limpieza de los cachorros, indispensable para los reflejos de defecación y de micción) y supervisar el amamantamiento, colocando eventualmente a los cachorros menos vigorosos o más dominados en las mamas posteriores, que proporcionan una leche más rica. A veces hay que supervisar las garras de los cachorros que pueden lastimar los pezones y causar un rechazo de amamantamiento.

Los especialistas del comportamiento dividen habitualmente el período de maduración del cachorro en cuatro etapas sucesivas.

En el medio uterino los fetos no están totalmente aislados del medio externo. El desarrollo de las técnicas ecográficas permite observar sus reacciones a la palpación transabdominal de la madre a partir de la cuarta semana de gestación. El sentido táctil de los fetos se desarrolla muy temprano y es posible que sean sensibles a las caricias prodigadas  a la madre durante la gestación. Asimismo, los cachorros probablemente sienten el estrés de la madre, que puede provocar abortos, retrasos del crecimiento intrauterino, dificultades de aprendizaje después del nacimiento o incluso un déficit inmunitario.

Por último, si bien el olfato no se desarrolla hasta después del nacimiento, la gustación aparece mucho antes; en efecto, la alimentación consumida por la madre durante la gestación podría orientar aparentemente las preferencias alimentarias de los cachorros que lleva en su vientre.

El período neonatal comienza con el nacimiento y termina con la apertura de los párpados. A menudo se denomina la fase vegetativa porque, exteriormente, la vida de los cachorros parece estar dominada esencialmente por el sueño y algunas actividades reflejas. El cachorro sólo reacciona a las estimulaciones táctiles y se arrastra dirigiéndose hacia las fuentes de calor. Esta reptación se debe al desarrollo del sistema nervioso que se mieliniza de adelante hacia atrás, permitiendop así la motricidad de los miembros anteriores antes que la de los posteriores.

Además, si se excluyen los fenómenos reflejos, la percepción dolorosa es la última en aparecer en el desarrollo neurológico, lo que explica que durante este período se puedan  practicar ciertas intervenciones quirúrgicas simples sin necesidad de anestesia.

Durante el período neonatal, bastará con mantener a la madre y a su camada en un lugar cálido y confortable. Si el instinto maternal de la madre parece insuficiente o si la camada es poco numerosa, se podrá completar la estimulación táctil de los cachorros investigando la normalidad de los reflejos (reflejos de micción, de defecación, de mamar, educación gustativa). Las otras estimulaciones (tales como la música, los juguetes, los colores, etc.), que se encuentran a veces en los criaderos, resultan inútiles a esa edad y no hacen más que perturbar el sueño de la camada.

También denominado "fase del despertar", el período de transición se inicia con la apertura de los párpados (alrededor de los 10 a 15 días) y termina cuando el cachorro comienza a escuchar, es decir a reaccionar a los ruidos (en la cuarta semana). Aún cuando la visión todavía no es perfecta en este estado, la persistencia de ciertos comportamientos, como el hociquéo o las exploraciones táctiles hacen sospechar la existencia de trastornos de la visión. Durante este período, los cachorros se arriesgan normalmente a un principio de exploración, comienzan a jugar, a apegarse a su madre y a reconocer la identidad de sus congéneres (fenómeno de impregnación). El propietario podrá aprovechar los tiempos en que los cachorros están despiertos para acostumbrarlos a la presencia y olor humano, para jugar con ellos y manipularlos con suavidad.

Como su nombre lo indica, el período de sociabilización representa para los cachorros una fase de aprendizaje de la vida social que comienza con un período de atracción (no temen a nada) y suele continuar con un período de aversión (miedo a todo lo nuevo). Los cachorros adquieren progresivamente la capacidad de comunicar y aprenden así, interpretando las reprimendas maternas, los signos olfatorios o posturales, en el sentido de la jerarquía.

En efecto, si por falta de tiempo o de observación no se aprovecha el período de atracción de un cachorro (por lo general de 3 a 9 semanas) para acostumbrarlo a su futuro entorno, resultará mucho más difícil rectificar, más adelante, los malos hábitos adquiridos.

Este período en que los cachorros son extremadamente sensibles y maleables podrá ser aprovechado para:

Muchas de las aptitudes denominadas "naturales" pueden adquirirse durante este período, sobre todo si la madre ya está habituada a estos estímulos y puede entonces desempeñar un papel tranquilizador ante sus cachorros durante el período ed aversión.

Por esta razón se aconsejan dos períodos propicios para la venta de cachorros:

En cualquiera de los casos, siempre resultará útil orientar la elección del futuro propietario hacia un cachorro adecuado a su demanda (ver test de Campbell) y darle consejos de sociabilización, que deberán ser reforzados por el respaldo del veterinario durante la consulta siguiente a la compra. Para evitar el apego excesivo del perro a su dueño (que se traduce a menudo en destrozos del entorno cuando el perro se queda solo), convendría recordar el fenómeno natural de desapego que se produce espontáneamente antes de la pubertad cuando el perro se deja con su madre.

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