Acerca del ovejero alemán : Consejos para la cría


Consejos para la cría

Además de las normas de cría específicas dictadas por el club de raza, hay una serie de detalles que debemos conocer respecto a la cría del Pastor Alemán. En primer lugar, tenemos que pensar que en una raza como ésta no tenemos derecho aunque sea por ignorancia, a echar por tierra toda la labor de selección estricta realizada por el club de la raza, que representa bajo todos los puntos de vista imaginables una opinión colegiada, pues en ella converge la experiencia con la técnica, y todo ello confirmado con los resultados de muchos año. Por esto no podemos ignorar la historia y la evolución de una raza y sus normas específicas de cría.
Por tanto, a la hora de elegir pareja para nuestro ejemplar, deberemos tener en cuenta varios aspectos:
a) el carácter, que es lo principal;
b) que se halle libre de displasia;
c) la consanguinidad;
d) el movimiento, y
e) el aspecto general.
De manera breve analizaremos los puntos marcados anteriormente.
Respecto al carácter, ha hemos dicho que estadísticamente el Pastor Alemán es la raza más equilibrada que existe; pero si nuestro ejemplar no tiene un buen carácter; por mucho que lo queramos, deberemos evitar que tenga descendencia, ya que es muy posible que nazcan sujetos desequilibrados, que en definitiva son los que pueden llegar a ocasionar problemas. Esto no debemos tenerlo en cuenta sólo en uno de los dos: la influencia negativa de uno sólo sería suficiente para que naciera una camada no deseable.
Lo ideal es que sólo sean empleados para la reproducción aquellos ejemplares que no tengan problemas de displasia; excepcionalmente, uno de los progenitores puede tener una leve displasia (grado 1), pero si queremos contribuir a una buena selección, mejor será que eliminemos pra la reproducción cualquier ejemplar con el más mínimo indicio de malformación. Esta es la única forma de erradicarla.
Un grado de consanguinidad muy próximo puede traer problemas. Sin embargo, cada caso es diferente y por eso existen especialistas autorizados: el hecho de hacerse socio del club no es simplemente para estar informado y acudir a las exposiciones; primordialmente es para estar asesorado respecto a la idoneidad de un determinado cruce o para que nos recomienden algún reproductor concreto.
El Pastor Alemán se caracteriza por su gran resistencia, para lo que debe estar dotado de un perfecto movimiento. Cualquier defecto, por pequeño que sea, es detectado automáticamente por una mala forma de moverse. Si observamos cómo juzgan en un ring de belleza los jueces especialistas, veremos que, una vez examinados los ejemplares, se les hace caminar a un determinado ritmo para que puedan ser evaluados en movimiento. A los pocos minutos, defectos imperceptibles con el ejemplar estático se empiezan a poner de manifiesto, incluso para un simple aficionado. El hecho de apoyar más una extremidad que la otra puede ser un indicio tanto de displasia como de cualquier otra iperfección ósea; esto podría tener una importancia más o menos relativa, pero a la hora de tener descendencia puede llegar a pesar como una bolsa.
Otro defecto es la falta de armonía e incluso a veces el tipismo, que detectará sólo un entendido en el tema.
En el mundo existe un exceso de producción en todos los aspectos, y esto hace que haya una saturación en los mercados a todos los niveles. La calidad en cambio es lo que en todas partes se busca; en un principio, pensemos que en un buen perro todo deberá ser más o menos bueno. A una persona que acuda a nosotros a adquirir un cachorro le pueden ocurrir dos cosas: que no sepa nada de perros y entonces le entreguemos un cachorro que no reúna los mínimos necesarios para ser considerado como un auténtico Pastor Alemán, o todo lo contrario, es decir, que tenga muy claro lo que quiere simplemente porque conoce a la perfección la raza y entonces, evidentemente, nuestro producto no podrá interesarle si no es de una cierta calidad.
Desarrollando estas ideas podemos llegar fácilmente a la siguiente conclusión: un buen perro debe necesariamente ser costoso; lo de menos es el cachorro en sí. Tanto desde el punto de vista económico como genético, pesa más su genealogía que el propio perro; esto último, lógicamente, es aplicable a cachorros de pocos meses de edad, pues cuando el ejemplar pasa de cachorro a jóven, si no es muy bueno, entonces por muy buen pedigree que tenga de poco servirá.
Sesenta días después de la cubrición tiene lugar el alumbramiento. Pero antes de cubrir a la perra, deberemos administrarle el correspondiente vermífugo, así como la vacuna contra la parvovirosis, con objeto de que los pequeños nazcan inmunizados, que en principio va a ser el mayor riesgo durante los primeros meses. Veinticinco o treinta días después de la cubrición, podremos advertir si la perra está embarazada. A partir de este momento, deberemos preparar todo lo necesario para el parto. Si no tenemos experiencia, deberemos pedir consejo anuestro veterinario, al que preferiblemente haremos una visita un par de semanas antes para comprobar que todo está en orden. También es aconsejable que la primera vez nos asista alguien con cierta experiencia. Además de saber lo que debemos hacer, es importante haberlo experimentado previamente.
Sabremos que la hembra está próxima a parir cuando empiece a anidar, recogiendo todo cuanto de interés encuentre a su paso con objeto de preparar el lugar idóneo, que habremos elegido previamente. El lugar ideal debe tener un fácil acceso para que la perra pueda entrar y salir con objeto de hacer sus necesidades y seguir realizando un mínimo de ejercicio necesario.
El parto será inminente cuando la temperatura rectal del animal descienda a los 38,5º hasta los 37º, e incluso algunas décimas menos.
La perra se mostrará intranquila, orinará con frecuencia y jadeará continuamente. Entonces deberemos dejarla tranquila pero controlada, siendo preferible, sobre todo si se trata del primer parto, que esté acompañada de la persona hacia la que sienta más afecto.
Acomodaremos el lugar del parto para que esté a una temperatura más bien cálida. Lo preferible es que la habitación se halle caldeada por igual, así que deberemos evitar que el calor entre por un único punto.
Una vez que comienzan las contracciones y vemos que aparece el primer cachorro, deberemos cerciorarnos de que la perra rompe la placenta (normalmente lo hace); si no, deberemos hacerlo nosotros delante de ella. después, le daremos el cachorro para que lo huela y acepte como propio. El hecho de que después del alumbramiento de cada cachorro ingiera todos los restos placentarios que queden es normal; en el caso de que los cachorros nazcan muertos, evitaremos que ingiera la placenta para así descartar cualquier infección.
Según como se desarrolle el parto, la madre podría necesitar antibióticos durante tres o cuatro días. El veterinario dirá si son necesarios, y en el caso de que así sea, la dosis y frecuencia de administración. Después del parto, la perra descansará con sus cachorros y los lamerá, lo cual parece estimularlos a lactar. Se le puede dar un caldo de carne consistente. La comida ingerida en los dos días siguientes al nacimiento es muy importante para su posterior bienestar. El calostro le proporciona protección frente a las infecciones hasta que su propio sistema inmunológico funcione adecuadamente.
Los cachorros duermen al principio juntos para conservar el calor corporal (se irán distanciando gradualmente según vayan desarrollando la capacidad de autorregularse). Al principio, dormirán la mayor parte del tiempo. Empezarán a moverse de aquí para allá a las dos semanas. La madre controla sus funciones corporales al nacer, estimulando la defecación y la micción, lamiendo a los cachorros y limpiando sus deposiciones hasta que tienen tres semanas.

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